Texto a ser leído en las Misas de este sábado 14 y domingo 15 de noviembre de 2015.
Ref CECh 139 / 2015
Queridos
hermanos y hermanas:
Reunidos en
nuestra Asamblea Plenaria, los obispos de la Conferencia Episcopal de Chile,
pensando y orando por ustedes y sus comunidades, les expresamos nuestra
gratitud, cercanía y comunión.
Valoramos la
fortaleza con la que muchos de ustedes siguen proclamando en sus ambientes que
Jesucristo es el Camino, la Verdad y la Vida, que su Reino de amor y libertad,
de verdad y justicia es un camino posible para humanizar nuestro modo de
relacionarnos, desde la dignidad de toda persona.
Junto con
animarles en este empeño, queremos agradecerles el entusiasmo con que día a
día, desde su vocación y misión de ser familia, ofrecen su abnegado servicio al
Señor, a través de sus parroquias, capillas, colegios, comunidades, y
especialmente en la cercanía y solidaridad con nuestros hermanos sufrientes y
más necesitados. No nos cansemos de hacer el bien y de entablar vínculos de
fraternidad y ayuda al prójimo.
Ante una
convivencia crispada por escándalos que enturbian el ambiente social y desafían
a las instituciones, no perdemos la confianza que nos infunde la promesa de
Jesús: “Yo estoy con ustedes todos los días” (Mt 28, 20). Son tiempos
turbulentos y desafiantes para la sociedad chilena y sus líderes, especialmente
políticos y empresariales, también para nosotros. Como pastores, sabemos que
las faltas y actitudes contrarias al Evangelio por parte de algunos
consagrados, han sido motivo de confusión, dolor e incertidumbre. Comprendemos
su desazón y agradecemos la sinceridad y franqueza al dialogarlo en sus
comunidades. El reconocimiento de la verdad y la corrección fraterna, desde la
humildad y el respeto, siempre nos harán bien.
Con este ánimo
nos disponemos a vivir con alegría nuestra fe este Año Santo de la
Misericordia. Dejémonos entusiasmar por la misericordia del buen samaritano (Lc 10, 25-37), imagen de Jesús que pone a nuestra disposición la
misericordia del Padre. Abramos nuestra vida a la acción transformadora del
Espíritu Santo que derrama su amor. Dejémonos abrazar por el Padre
misericordioso.
Renovamos hoy nuestra
esperanza en el Señor, que no defrauda. Él amó a la Iglesia y se entregó por
ella (Ef. 5, 25). Seamos Iglesia presente, activa, alegre, en salida misionera,
como Pueblo de Dios peregrino, orante, generoso y solidario. Solo desde la
humildad evangélica seremos una Iglesia “que escucha, anuncia y sirve”, una
Iglesia confiable, creíble y voz profética para el Chile de hoy y mañana.
En este Domingo de
oración por los cristianos perseguidos en el mundo, les invitamos a abrir el
corazón a los confines de la tierra unidos a nuestro primer Congreso Misionero
Nacional. En este mes dedicado a Santa María de la esperanza, madre de
misericordia, seamos Iglesia que proclama con alegría su fe en la única fuente
de amor y vida: ¡Ven, Señor Jesús!
Con afecto y
cercanía, les bendecimos,
Sus
hermanos obispos
de la
Conferencia Episcopal de Chile
Punta
de Tralca, 15 de noviembre de 2015.